Somos una sociedad que ha aprendido a generar riqueza. Hemos sido formados y educados para crear empresas productivas y exitosas. Sin embargo, hay un ingrediente que no podemos ignorar ante una realidad que nos acecha y que, muy pronto, nos tomará por sorpresa, como un cáncer que crece y nos invade lentamente, sin darnos cuenta.
Me refiero a la DESIGUALDAD.
Este sistema en el que vivimos, educativo y financiero, tiene una grave falla. Aunque crea riqueza y brinda empleo a un enorme porcentaje de la población, en realidad, funciona para incrementar los privilegios de unos y multiplicar las desventajas de otros.
Debemos cuestionar nuestro comportamiento, para que contribuya a reducir la creciente desigualdad que hoy tanto nos preocupa.
La sociedad, así como las empresas regias debemos unirnos en una misma conciencia y asumir una responsabilidad ante el entorno en el que nos hemos desarrollado, aportando generosamente, recursos económicos, conocimientos y tiempo a todas aquellas organizaciones de la sociedad civil y fundaciones que realizan, día con día, un invaluable trabajo, tratando de sostener a ese porcentaje de la población que vive una realidad cruda e injusta.
Mi esperanza es que estas palabras llamen la atención de todos aquellos que están en posición de ayudar para hacer que Nuevo León sea un lugar más justo.
Está a nuestro alcance, así que hagámoslo.
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